El malinchismo, es un término peyorativo muy empleado dentro de la cultura mexicana, para hacer referencia a una actitud mental permeable marcada con una preferencia por lo extranjero, menospreciando los productos nacionales, personas e ideas, cualquiera que se tratase.
Tratar de explicar apropiadamente dicha admiración y preferencia ciega por lo venido del extranjero, y todo lo que implica el término malinchismo no es nada sencillo, es por ello que en esta ocasión, en Capital del Arte explicaremos un poco su origen y la manera en que continua siendo empleada en la actualidad.
Pues bien, según un mito mexicano, el término malinchismo tiene su origen en el nombre “Malinalli”, o “Malinche” como era llamada una mujer que, según cuentan, como era costumbre de su cultura fue regalada a Hernán Cortés como esclava; misma que lo acompañó durante la invasión española en lo que hoy es México entre 1519 y 1521.
Fue gracias a Malinche que con su gran habilidad lingüística fungió como guía e intérprete del conquistador ante el emperador azteca Moctezuma II; de esta forma los conquistadores españoles pudieron establecer alianzas y pactos que les permitieron tener ayuda de diversos pueblos para que les apoyaran contra los mexicas.
A raíz de esto, el término malinchista, fue empleado para una identidad traicionera; sin embargo, el término se ha expandido y cambiado el significado, según la época, historia, y hechos del momento, como es el caso de la escritora Sandra Cisneros en su obra “Woman Hollering Creek”, donde lo emplea no como símbolo de traición, sino como colectividad femenina dispuesta a apoyarse unas a otras.
Otro empleo del término malinchismo, es para referirse a una persona que pretende creerse de algún país extranjero a su país de origen sin antes pertenecer a él; ojo, no hay que confundir cuando la persona tiene dos nacionalidades, aquí no aplica el término, puesto que goza de derechos y deberes de ambas naciones y por lo tanto pertenece a ambas.
En el ámbito individual, el término es empleado para aquella persona insegura y dependiente, que devalúa sus propios logros y/o esfuerzos, en donde por alguna extraña razón le cuesta reconocer sus propios éxitos, juzgándolos como insuficientes, buscando aprobación externa.
Otro aspecto dentro de lo individual, contiene un poco de narcisismo, el cual es presentado por aquellas personas que se sienten vacíos, por lo que les afecta lo que otras poseen, por considerarlo mejor a lo que ellos mismos poseen.
En los dos casos anteriores, una solución es tomar responsabilidad sobre lo que uno mismo es, ser consiente sobre lo que tiene, dice o hace, dejando de envidiar y culpar a los demás por nuestro propio estado.
El aspecto principal en el malinchismo, es la creencia de que algo es mejor tan solo por ser extranjero, la cual puede entenderse como una sobrevaloración de lo extranjero, o bien como un menosprecio por lo nacional.
Y lo hemos visto a lo largo de la historia de nuestro país, durante el Porfiriato, donde se manifestaba con preferencia desmedida de lo proveniente de Europa. Pero es más increíble que el malinchismo, con un origen tan remoto, continúan manifestándolo en nuestros días.
Y lo vemos en todos los aspectos de la vida, preferimos ropa de marca americana antes que la local, pagamos precios de boletos altos para conciertos de cantantes extranjeros, preferimos comprar arte de algún artista de otro país que apoyar el arte nacional.
Entonces, ¿es malo ser malinchista? Desde nuestra perspectiva, no es incorrecto apreciar lo extranjero, pero tampoco es correcto menospreciar irracionalmente cualquier catalogándolo de menor calidad, defectuoso e inferior por el simple hecho de ser nacional.
No siempre lo extranjero es mejor que lo nacional, debemos darle vuelta al malinchismo sin llegar al extremo siendo xenófobas; por el contrario debemos convertirlo en algo positivo, y sí, admirar lo extranjero, pero sin olvidar nuestros verdaderos deseos y valores, mostremos fuerza y agencia propia.
Seamos alguien que motive a lograr heterogeneidad, tal como lo hace el deporte, las mediaciones de arte, literatura, los idiomas, murales, música, por mencionar algunos, que más que dividir unen sin importar la nación.
Recordemos que lo «Hecho en México está bien hecho» y disfrutemos de la gran calidad que nuestros nacionales nos brindan.
Ustedes ¿qué opinan?