María de Jesús de la Fuente O’ Higgins ha muerto a los 101 años, informó la Secretaría de Cultura este martes. La abogada — pionera en la defensa de los derechos de las mujeres y la primera mujer egresada de la licenciatura en Derecho por la Universidad Autónoma de Nuevo León — fue también pintora y se dedicó los últimos años de su vida a promover incansablemente la obra de quien fuera su esposo, el último gran muralista, el estadounidense-mexicano Pablo O’Higgins.
“María siempre será recordada como una luchadora incansable, profesora generosa y artista solidaria, comprometida con la promoción cultural. Seguiremos trabajando para que el patrimonio cultural que deja sea conocido por cada vez más personas”, afirmó la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, luego de anunciar que en 2022 se le hará un homenaje a la artista regiomontana, quien propuso crear la primera Defensoría de Oficio para Mujeres, muchas de ellas de escasos recursos y víctimas de maltrato, en la década de los cincuenta. La exmilitante comunista también introdujo a México el concepto de los jardines del arte, idea que obtuvo tras una estancia en la extinta Unión Soviética.
La única heredera de la obra del muralista era María De la Fuente O’ Higgins. En la casa en la que vivieron, ubicada en el barrio de Coyoacán, en Ciudad de México, permanece intacta en su estudio la obra del muralista, catalogada y documentada por el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas (CENIDIAP – INBAL). “Cuando Pablo [O’Higgins] murió, en 1987, me dediqué a ordenar todo lo que teníamos, me di cuenta de que había dibujos, bocetos e infinidad de trabajos, algunos cuadros los vendí, pero la mayor parte de su obra permanece aquí, en el estudio, y mi deseo es que su obra permanezca en México”, explicaba María O’ Higgins, a punto de cumplir 100 años, en una entrevista realizada por este diario.
En la década de los sesenta, María O’ Higgins colaboró con su esposo en los murales del Museo Nacional de Antropología y continuó con su producción plástica. Además, organizó el archivo de la obra de Pablo O’Higgins — ligada a Diego Rivera, el Taller de Gráfica Popular y la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) — a partir de sus años en Utah, Estados Unidos, con la finalidad de promover su investigación, conservación y difusión. Tras la muerte del pintor, en 1983, la abogada se dedicó a coordinar exposiciones, tanto en México como en el extranjero. En 2017, donó al Museo Mural Diego Rivera apenas 14 bocetos correspondientes a siete murales realizados entre 1934 y 1964: La lucha de los obreros contra los monopolios (1934), Expropiación petrolera (1939), Lucha contra la discriminación racial y la unidad obrera (1945), La maternidad y la asistencia social (1946), Dios del fuego/Lucha del pueblo tarasco (1964), Boda indígena en San Lorenzo (1964) y Paisaje tarahumara (1964).
Pero, todavía conservaba la mayor parte de su obra: trabajo mural, de gráfica y de caballete, bocetos y su misma casa en Coyoacán, donde permanece intacto el estudio del último muralista, vestigio de aquellos politizados años. Durante años intentó donar todo aquel archivo a la UNAM, desde que José Narro Robles fue rector de la Universidad, de 2007 a 2015. La institución educativa dijo que no podía recibirlo. Fue hasta 2020 cuando la Facultad de Arquitectura recibió una pequeña donación: Los Albañiles, una serie de 216 dibujos de grafito, en los que el pintor representó a hombres, mujeres y niños trabajadores de México de los años 30 a los 50. “Esa colección la quería mucho, porque traté mucho a los trabajadores de la construcción y pensé que habría que hacerlo rápido antes de que me arrepintiera”, relató María O’ Higgins a este diario. Pero la gran colección seguía sin casa. También lo intentó en la Secretaría de Educación Pública, sin mucho éxito. Al Instituto Nacional de Bellas Artes le vendió tres cuadros y es esta misma institución la que está catalogando la obra.
“María representa la voz de una mujer adelantada en su tiempo, defensora de los derechos de las mujeres, consciente del valor patrimonial que representaba el acervo que construyó con Pablo O’Higgins. Por fortuna, con ella trabajamos en la selección del acervo que debía formar parte del patrimonio artístico del pueblo de México y logramos, desde el INBAL, concretar una adquisición de obra que ya se encuentra en resguardo para su conservación, restauración y para la entrega a los acervos del Centro Nacional Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble (Cencropam) y el Museo Nacional de Arte (Munal)”, dijo la directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), Lucina Jiménez López.
La Secretaría de Cultura anunció, en un comunicado, la adquisición de obra de Pablo O’Higgins: 114 grabados, además de los óleos Autorretrato (1954) y Retrato de María (1962). “Gracias a la disposición de María O’Higgins, quien falleció la noche de ayer, la Secretaría de Cultura federal, a través del INBAL, adquirió esta relevante obra que se suma a la colección con la que cuenta el Instituto, y las cuales enriquecen el patrimonio artístico nacional”.
“Veía que muchos amigos a mi alrededor se estaban muriendo y yo dije: si me muero, ¿qué va a pasar con los [dibujos de los] albañiles? Y con la obra de Pablo, mi deseo es que se quede en México”, dijo María O’Higgins a este diario. Quedó en el aire otro de sus mayores anhelos: un museo para Pablo O’Higgins, en la que fuera la casa y su estudio, del que acabaría siendo considerado uno de los últimos pilares del muralismo mexicano.
Nota original: EL PAÍS