A diferencia de su nombre, este cuerpo forma un ángulo de 45°, alinea la gravedad del centro del cuerpo con el campo gravitacional del centro de la tierra, la esfera. Se trata del equilibrio físico con la fuerza fundamental de la naturaleza. El esfuerzo sostenido para lograrlo no solo aporta equilibrio físico, sino también a la conciencia, es decir al espíritu. Cuerpo y alma son esencias que no se pueden dividir según el modelo del ideal clásico de perfección.
Aparece también un elemento de incógnita a través del antifaz, con el que la figura nos hace pensar en lo desconocido, la intriga, el misterio que rodean muchas veces a nuestra propia vida.
El maestro Jorge Marín nos invita a encontrar en esta pieza el equilibrio mismo de nuestra vida, buscar nuestras fortalezas y concentrarnos en ellas.