Es la pieza más grande de la exposición, la figura alada en cuclillas, dirige esta balsa que emprende un viaje con destino definido, claro y específico. Las alas son parecidas a las velas de una embarcación, propulsadas por el viento para desplazarse por el agua, así podemos decir que cada uno zarpamos a mar abierto al momento de nacer, es aquí cuando comienza nuestro viaje por la vida, y tomamos la dirección de nuestro destino.
En esta obra podemos observar una tonalidad muy distinta en el bronce que gracias a los procesos químicos y la aceleración de la oxidación con las pátinas, da la impresión de antigüedad, pero a la vez el material se viste de una sensación orgánica, simulando la madera con sus rasgos rústicos, orificios, texturas rugosas que permiten una interpretación completa y nos quieren contar la historia del navegante.